Una noche en el Hotel California de Londres
- GutBer English
- 25 mar
- 6 Min. de lectura
No es el Hotel California de los Eagles, aunque lo cantamos en Trafalgar Square ese mismo fin de semana con un grupo que estaba tocando el tema en vivo en la calle, sino The California, en Belgrove Street, un hotel en Londres a dos minutos de la salida de la estación de King’s Cross - St. Pancras.
Nada más bajar del tren directo de Gatwick a St. Pancras, ubicamos el hotel sin problema: tenemos la dirección exacta, está justo en frente de la estación cruzando Euston Road y además tiene un cartel en la puerta con el nombre (no todos son tan fáciles de ubicar).
En frente, ya lo habíamos visto en anteriores visitas a la zona, hay un gran edificio en construcción que ocupa toda una manzana. Hace unos meses era sólo un amasijo de material y cimientos. Ahora, aunque aún está en esqueleto, ya tiene varios pisos de altura. La recepcionista de noche nos explicó que no saben muy bien qué va a ser, pero sí saben que se espera que esté finalizado para 2027 y que en su interior habrá una salida del metro de King’s Cross, por lo que han de hacer profundas excavaciones para alcanzar los túneles del metro, de ahí que se proyecte la finalización de toda la obra a tan largo plazo. No nos preocupa la enorme obra justo delante del hotel porque es fin de semana y no trabajarán. Nos equivocamos totalmente. Al salir a la calle el sábado por la mañana, están trabajando a pleno rendimiento, pero en nuestra habitación no se oía más que un distante motor y en la calle mismo no hay grandes ruidos tampoco, a pesar de la buena cantidad de gente que vemos en la obra. El solar era antes este edificio en primer plano frente a la monumental estación de St. Pancras.
Hicimos la reserva hace meses a través de Booking y hemos conseguido un buen precio, aunque también tienen su propia página web en la que aceptan reservas directamente. A través de Booking, se ofrece cancelación gratuíta con antelación por si los planes cambian, lo que nos permite una flexibilidad que agradecemos. A través del chat de la reserva, nos permiten comunicarles nuestra hora de llegada, el tipo de camas que queremos (dobles o individuales y el tipo de baño (con bañera o solo ducha a ras de suelo, que preferimos - notamos una especial predilección por las bañeras en los hoteles del Reino Unido, sobre todo en los que están en edificios con solera). También pudimos hacer el check-in online y finalizar del pago total antes de viajar, lo que nos da tranquilidad y nos evita esperas al hacer el registro de entrada.
Al llegar, nos encontramos una encantadora recepción cuyo mostrador está formado por maletas apiladas, con una sala adyacente, el bar con butacas y sillas, así como una terraza exterior en la parte de atrás del edificio donde tomarse una copa tranquilos antes de retirarnos, y nos recibe un recepcionista amable y encantador que nos dirige directamente a nuestra habitación en el tercer piso sin ascensor, como habíamos solicitado. Subimos las encantadoras pero empinadas y laberínticas escaleras decimonónicas de madera que chirrían bajo nuestros pasos amortiguados por la moqueta rojiza y sujetando la balaustrada de madera pintada de verde oscuro para llegar a un pequeño, pero aprovechado habitáculo al que no le falta detalle. Son varios tramos de escaleras angostas y empinadas, por lo que puede ser un problema si no se tiene buena movilidad o si se lleva equipaje pesado o voluminoso, pero no resultó ser un inconveniente para nosotros. En caso de preferir una habitación en los pisos inferiores y evitar las escaleras, es fácil contactar con recepción para que asignen una habitación en el mismo piso que la recepción y harán todo lo posible para acomodarse a las necesidades de sus huéspedes como hicieron en nuestro caso, que nos asignaron exactamente lo que les solicitamos.
En la habitación, la cama es cómoda y tiene dos almohadas por persona. Hay un moderno aseo a la derecha de la puerta de entrada con puerta de cristal esmerilado y deshumidificador automático, así como un radiador vertical en la pared que activamos manualmente y calienta la habitación en cuestión de minutos. Hay secador, caja fuerte, jabón en dosificador tanto en la ducha como en el aseo y una caja de pañuelos sobre la mesilla de noche. A la izquierda de la puerta hay un espejo y un armario pequeño de dos puertas suficiente para dos personas. A su lado y frente a la cama doble, sobre la que hay un discreto pero decorativo cuadro con motivos británicos, vemos una mesita sobre la que está el televisor de pantalla plana. Tenemos dos botellas de agua de cortesía, así como café, té, leche y azúcar y un hervidor eléctrico. A su lado hay otra puerta de cristal esmerilado que cubre la ducha a ras de suelo en su propio habitáculo muy bien aprovechado y con techo en semi-bóveda.
La moderna ducha es amplia y espaciosa, el suelo es de azulejo de gres y por lo tanto no resbala, hay ducha de mano y alcachofa en el techo para elegir y tanto la presión como la temperatura son perfectas. Hay también un pequeño ventanuco para ventilar con sus correspondiente store-cortina. También en la pared paralela a la cama hay otra ventana con store y cortinilla corredera en vertical que bloquea el paso de la luz, por lo que permite una total intimidad. A través de esa ventana vemos el bar-terraza exterior de la recepción, los tejados de los edificios de los alrededores y una de las torres del edificio de St Pancras. A ambos lados de la cama hay dos enchufes y una lamparilla con dos tipos diferentes de iluminación, aparte de las luces de techo independientes para dormitorio, ducha y aseo. A la habitación se accede con llave que dejamos en recepción cuando nos ausentamos.
A nuestra pregunta sobre si nos guardan el equipaje al salir, nos responden, como ya hicieran por correo, que no hay problema en absoluto puesto que la recepción está atendida las 24 horas. Así, tres turnos de personal de recepción, así como otro para el bar. En todos los casos, nos atendieron con mucha amabilidad. Al hacer el registro de salida a las 11 de la mañana, nos guardan las bolsas en un espacio interior de la recepción y nos dan un resguardo. Podemos volver más tarde a depositar nuestras compras del día en las bolsas sin ningún problema.
Volvimos a recogerlas a medianoche y aprovechamos que había gente en el saloncito-bar para tomarnos una última sidra y unas patatas fritas antes de emprender nuestro viaje de regreso de madrugada. En este saloncito hay unas ocho mesas con sillas o butacas, libros en varios idiomas, juegos de mesa, aseos, acceso al restaurante y a la terraza al aire libre, donde hay otras tres o cuatro mesas con sus sillas e iluminación. Tanto en el salón-bar como en la recepción suena siempre una agradable música de ambiente y la atención es siempre encantadora. Tanto las zonas comunes como las habitaciones están perfectamente limpias y bien cuidadas.
La única pega que encontramos en The California es el wifi que decidimos no usar porque interfiere más de lo que ayuda y la tele, cuyo mando no funcionaba porque estaba destrozado ( y que de seguro nos habrían repuesto si lo hubiésemos comentado, pero no lo creímos necesario para nuestra estancia) y cuya señal fallaba. Ninguna de esas cosas era de vital importancia para nosotros. Al contrario, The California nos parece un sitio ideal para estas noches de escapada de fin de semana donde estar a gusto, tranquilos y con muchas posibilidades tanto durante el invierno con su bar interior como para la primavera o el verano con su terracita exterior. Un hotelito encantador en un edificio con solera en una ubicación inmejorable y con un servicio impecable.
¡Gracias, The California, esperamos vernos de nuevo muy pronto!
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