The Land of the Living en un Dorfman renovado
- GutBer English

- 9 oct
- 4 Min. de lectura

‘All my life – all your life – I’ve struggled with this: was what I did “wrong”?’
El pasado mes pudimos estar por primera vez en el Dorfman Theatre, una de las salas del National Theatre en el Southbank de Londres, tras su recién nueva apertura tras su cierre temporal por obras de mantenimiento. Se representaba The Land of the Living, la nueva obra de David Lan con Juliet Stevenson y Tom Wlaschiha, a quien recodamos como el Many-Faced God de Juego de Tronos.

Tras una tentempié en The Understudy (como se conoce a los actores sustitutos), uno de los bares del teatro con una enorme terraza de mesas y bancos corridos en frente mismo del río Támesis, entramos para descubrir que hay un problema con nuestras entradas, adquiridas meses antes online. Las compramos en cuanto se pusieron a la venta, antes de que el diseño final del escenario estuviese finalizado. Una vez finalizado el escenario, nuestros asientos se habían convertido en “restricted view” (visibilidad reducida), por lo que nos cambiaron a asientos equivalentes a lo que pensábamos que habíamos comprado. Así acabamos en primera fila, prácticamente en medio de la acción.

Estamos sentados al lado de la cocina de una casa que a través de un largo pasillo (el escenario donde transcurre toda la acción) nos lleva al otro extremo del teatro, donde el pasillo se convierte en el salón de la casa, dominada por una librería y un piano. Así, con idas y venidas a un lado y otro de la casa y sencillos cambios de vestuario (un simple cambio de chaqueta es suficiente) nos van llevando del presente al pasado y vuelta con continuos flashbacks que nos explican el conflicto actual.

Thomas (Tom Wlaschiha) era un niño en la Segunda Guerra Mundial a cargo de Ruth (Juliet Stevenson), miembro de Naciones Unidas. Ahora, ya adulto, ha ido a visitarla para intentar entender quién es realmente. Basada en hechos reales, la obra nos descubre cómo el entramado nazi localizaba niños no alemanes de apariencia aria para arrebatarlos a sus familias y formarlos en el sistema. Thomas descubre así su verdadera identidad y el drama compartido por miles de niños y familias en las mismas circunstancias, así como de los miembros de Naciones Unidas que lo vivieron.
Aunque las críticas la tildan de demasiado larga, casi 3 horas con un descanso de 20 minutos, y quizás sea verdad que podría reducirse un poco, también es cierto que es esa duración la que permite dibujar claramente la historia que se nos está trasladando y los sentimientos que pretende compartir. Tierna, reveladora, cruel y dura, la actividad incesante nos traslada a los distintos lugares donde sucede la acción sin realizar un solo cambio de escenario. Estamos en las trincheras, en los centros de acogida de la ONU, en las casas de las pobres familias polacas y de los alemanes ricos, en la sala de Ruth en el presente, … simplemente con un cambio de ritmo, luz o chaqueta. Se hablan distintos idiomas y diferentes acentos sin que ello impida seguir la acción en absoluto.

Una compañía de actores amplia y variada nos presenta a todos esos personajes en distintos momentos de su vida, incluido el niño (brillante) que interpreta a Thomas de pequeño mientras Thomas adulto presencia su vida desde una esquina intentando entender lo que Ruth pretende aclararle mientras gestiona sus propios conflictos internos y cuestiona sus decisiones: was what I did "wrong"?.
Sin espectaculares efectos, pero sí con espectaculares resultados, Juliet Stevenson nos ofrece un tour de force de obra que discurre ante nuestros ojos involucrándonos en las vidas reales de personas en situaciones extremas y en su drama individual y colectivo que resulta más actual que nunca. Relevante y conmovedora, la obra pone de relieve la situación desesperada de quienes pierden su identidad en conflictos bélicos y desplazamientos involuntarios, así como las heridas que estos dejan en el espíritu de quienes los sufren.
Hemos asistido a una visión profundamente humana de un drama del que nadie sale indemne y que se queda con nosotros en nuestro camino de regreso, donde el frío de la tormenta Amy que este fin de semana barre el Reino Unido resulta ideal para hacernos sentir aún más la tragedia que acabamos de compartir. Abrumadora!

The Land of the Living puede verse en el Dorfman Theatre, parte del National Theatre, en Londres hasta el 1 de noviembre desde 10 libras. Nosotros la vimos el 4 de octubre de 2025 en la sesión de noche.






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